viernes, 11 de marzo de 2016

Cual de los hermanos Soy??


El fin de semana pasado escuchando la excelente homilía de Mons. Ovies, en la cual analizaba la parábola del hijo prodigo (Lc 15, 11-32), fue impresionante como se siente la presencia del Espíritu Santo en el templo, al escuchar tan sabias palabras, al finalizar, Monseñor dejo una pregunta al aire ¿Cuál de los dos hermanos soy? para que la comunidad reflexionara y se respondiera en la intimidad de la oración.

Esa pregunta, esa misma noche me la respondí y la respuesta me hizo pensar en otras interrogantes, quien soy,  que hago por mi comunidad, mi ciudad, mi estado y mi país. 

La comunidad donde vivo, es grande y a su vez muy pequeña, pues está ubicada en una zona céntrica, muy poblada y de alto tráfico, no obstante, la cotidianidad se limita a solo once (11) familias, ¿pequeña verdad? Pero como reza el dicho, “Pueblo chiquito, infierno grande”.
La diversidad de pensamientos, criterios e ideas, existe en todas partes, inclusive en la más pequeña de las comunidades, pues, es parte fundamental de nuestra existencia y sus esfuerzos deberían estar concentrados y ser canalizados en pro del bienestar colectivo.

Por desgracia para algunas comunidades, grandes, medianas y pequeñas, incluyendo la mía, esto no funciona así, ya que, siempre hay quien quiere dominar o imponer sus ideas, minimizando y desacreditando cualquier otra propuesta que no haya salido de sus pequeños y cerrados cerebros, luchar contra esto no es fácil, se requiere tiempo y dedicación. 

Estas comunidades generalmente están compuestas y divididas en tres grupos:

Dominantes:(Aquel que se impone sin importar las consecuencias),
Estas son personas de actitud prepotente y ególatra, a los cuales no les importa y no está dentro de sus planes crear o mejorar el ámbito colectivo, su prioridad es el beneficio personal y en el peor de los casos, actúan de esa manera, simplemente porque quieren y se siente a gusto al hacerlo.

Sumisos: (Los que por temor, conveniencia o simple apatía sigue al dominante sin importar si le afectan o no las consecuencias)
Este grupo de personas, por su escasa capacidad de acción y alto índice de conformismo, generan sus propios límites y son incapaces de ver más allá de su realidad, lo que los convierte en presa de fácil manipulación y perfecto colaborador para las acciones que guste imponer el dominante de turno, esperando siempre que alguien hago todo por ellos, por su característica bipolar les gusta estar bien con unos y con otros

Emprendedores: (Aquel que desea y día a día, busca el bienestar personal y colectivo).
Este podría ser el grupo más atacado y difamado dentro de la comunidad, pues, busca romper los esquemas y patrones impuesto, trata de inyectar en su entorno la necesidad de cambio y progreso, tiene una visión de presente y futuro distinta, no excluyente y a pesar de luchar por su bienestar personal, no deja atrás el colectivo, buscando de distintos modos diversificar y ramificar su éxito dentro de su comunidad.

Todo lo anterior expuesto, nos lleva, pero fuera del ámbito religioso, a la pregunta inicial de Monseñor,  con cuál de los tres grupos me identifico? Y le agregaríamos otra más, de cuál de los tres soy parte?

No todos podemos pensar igual, eso es imposible, siempre deben existir las discrepancias, pues estas, bien manejadas, nos llevan a la sana discusión de las ideas y proyectos, de las cuales podrían surgir acuerdos consensuados que nos permitan obtener con éxito el beneficio colectivo.
Nadie, absolutamente ningún mortal es dueño absoluto de la verdad, solo Dios posee ese privilegio, 

“Yo Soy el Camino, La Verdad y La Vida; Nadie viene al Padre sino por mi” Juan 14:6.

Sin embargo, en toda comunidad organizada o no, siempre hay quien intenta mantener un ambiente conflictivo que solo busca aupar la resistencia al cambio, el cual, sin duda alguna, se hace cada día más necesario.

En nuestro entorno, hemos tratado, aunque siempre infructuosamente de lograr ese cambio tan esperado, ese que nos dé la oportunidad de mejorar, de obtener beneficios colectivos, que nos de la armonía, la paz y que por añadidura nos brinde la oportunidad de vivir sin hipocresías, sin odios y que como una verdadera comunidad aprendamos a convivir los unos con los otros.
Sabemos que nuestros esfuerzos darán sus frutos, pues, hay que sembrar para poder cosechar y nosotros seguimos preparando y abonando día a día ese difícil terreno que nos fue otorgado para sembrar, siempre con la Fe y la esperanza de que algún día esas semillas darán excelentes frutos.

“Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó al borde del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron; otra cayó sobre terreno pedregoso, y después de brotar, se secó, por no tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado. Dicho esto, exclamó: El que tenga oídos para oír, que oiga”. Lucas 8,4-5

Todo lo arriba expuesto se radica en algo muy pequeño, pero si abrimos la puerta a la verdad, entenderemos que, esto sucede en toda nuestra noble nación y en mayor proporción, desapego y descaro.

Venezuela, como nación, no escapa de esta realidad y está dirigida por una nueva clase dominante, que apuesta al caos y  busca con ansias un crecimiento masivo de la descomposición social, no les importa el hambre, sufrimiento ni las condiciones miserables en las que, con sus decisiones y acciones están hundiendo al pueblo que esperanzados los llevo al poder, pero así como existen estos transgresores de las leyes y la moral, también existen los que queremos cambiar y mejorar, los que no podemos esperar alguna fórmula mágica para lograr los cambios necesarios, los que quieren, con humildad e hidalguía luchar por conseguirlos y liberar a las comunidades grandes, medianas y pequeñas de este país, de ese pequeño grupo dominante que bajo  artificios y engaños les fue inoculado a través de los años, la apatía, la sumisión y la resignación a vivir de las migajas y las sobras que ellos decidan lanzarles.

En lo personal, me niego hoy, mañana y siempre a formar parte de un puñado de aves que día a día vuelan al parque a esperar esas migajas, existe una luz al final del túnel y aunque no sabemos a ciencia cierta qué tan largo pueda ser el recorrido, si sabemos que cuando existe determinación, convicción, humildad, voluntad, fuerza y fe, podemos lograr los resultados y cambios que tanto necesitamos.

¿¿Tú en que grupo te encuentras??


Dios los bendiga

Hoster Ponce