El fin de semana pasado escuchando la
excelente homilía de Mons. Ovies, en la cual analizaba la parábola del hijo
prodigo (Lc 15, 11-32), fue impresionante como se siente la presencia del
Espíritu Santo en el templo, al escuchar tan sabias palabras, al finalizar,
Monseñor dejo una pregunta al aire ¿Cuál de los dos hermanos soy? para que la
comunidad reflexionara y se respondiera en la intimidad de la oración.
Esa pregunta, esa misma noche me la
respondí y la respuesta me hizo pensar en otras interrogantes, quien soy, que hago por mi comunidad, mi ciudad, mi
estado y mi país.
La comunidad donde
vivo, es grande y a su vez muy pequeña, pues está ubicada en una zona céntrica,
muy poblada y de alto tráfico, no obstante, la cotidianidad se limita a solo
once (11) familias, ¿pequeña verdad? Pero como reza el dicho, “Pueblo chiquito,
infierno grande”.
La diversidad de
pensamientos, criterios e ideas, existe en todas partes, inclusive en la más
pequeña de las comunidades, pues, es parte fundamental de nuestra existencia y
sus esfuerzos deberían estar concentrados y ser canalizados en pro del
bienestar colectivo.
Por desgracia para
algunas comunidades, grandes, medianas y pequeñas, incluyendo la mía, esto no
funciona así, ya que, siempre hay quien quiere dominar o imponer sus ideas,
minimizando y desacreditando cualquier otra propuesta que no haya salido de sus
pequeños y cerrados cerebros, luchar contra esto no es fácil, se requiere
tiempo y dedicación.
Estas comunidades generalmente están compuestas y divididas
en tres grupos:
Dominantes:(Aquel que se impone sin importar
las consecuencias),
Estas son personas de
actitud prepotente y ególatra, a los cuales no les importa y no está dentro de
sus planes crear o mejorar el ámbito colectivo, su prioridad es el beneficio
personal y en el peor de los casos, actúan de esa manera, simplemente porque
quieren y se siente a gusto al hacerlo.
Sumisos: (Los que por temor, conveniencia o
simple apatía sigue al dominante sin importar si le afectan o no las
consecuencias)
Este grupo de personas,
por su escasa capacidad de acción y alto índice de conformismo, generan sus
propios límites y son incapaces de ver más allá de su realidad, lo que los
convierte en presa de fácil manipulación y perfecto colaborador para las
acciones que guste imponer el dominante de turno, esperando siempre que alguien
hago todo por ellos, por su característica bipolar les gusta estar bien con unos y
con otros
Emprendedores: (Aquel que desea y día
a día, busca el bienestar personal y colectivo).
Este podría ser el
grupo más atacado y difamado dentro de la comunidad, pues, busca romper los
esquemas y patrones impuesto, trata de inyectar en su entorno la necesidad de
cambio y progreso, tiene una visión de presente y futuro distinta, no
excluyente y a pesar de luchar por su bienestar personal, no deja atrás el
colectivo, buscando de distintos modos diversificar y ramificar su éxito dentro
de su comunidad.
Todo lo anterior
expuesto, nos lleva, pero fuera del ámbito religioso, a la pregunta inicial de
Monseñor, con cuál de los tres grupos me
identifico? Y le agregaríamos otra más, de cuál de los tres soy parte?
No todos podemos pensar
igual, eso es imposible, siempre deben existir las discrepancias, pues estas,
bien manejadas, nos llevan a la sana discusión de las ideas y proyectos, de las
cuales podrían surgir acuerdos consensuados que nos permitan obtener con éxito el
beneficio colectivo.
Nadie, absolutamente
ningún mortal es dueño absoluto de la verdad, solo Dios posee ese privilegio,
“Yo Soy el Camino, La Verdad y La Vida;
Nadie viene al Padre sino por mi” Juan 14:6.
Sin embargo, en toda
comunidad organizada o no, siempre hay quien intenta mantener un ambiente
conflictivo que solo busca aupar la resistencia al cambio, el cual, sin duda
alguna, se hace cada día más necesario.
En nuestro entorno,
hemos tratado, aunque siempre infructuosamente de lograr ese cambio tan
esperado, ese que nos dé la oportunidad de mejorar, de obtener beneficios
colectivos, que nos de la armonía, la paz y que por añadidura nos brinde la
oportunidad de vivir sin hipocresías, sin odios y que como una verdadera
comunidad aprendamos a convivir los unos con los otros.
Sabemos que nuestros
esfuerzos darán sus frutos, pues, hay que sembrar para poder cosechar y
nosotros seguimos preparando y abonando día a día ese difícil terreno que nos fue
otorgado para sembrar, siempre con la Fe y la esperanza de que algún día esas
semillas darán excelentes frutos.
“Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una
parte cayó al borde del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la
comieron; otra cayó sobre terreno pedregoso, y después de brotar, se secó, por
no tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los
abrojos, la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto
centuplicado. Dicho esto, exclamó: El que tenga oídos para oír, que oiga”.
Lucas 8,4-5
Todo lo arriba expuesto
se radica en algo muy pequeño, pero si abrimos la puerta a la verdad, entenderemos
que, esto sucede en toda nuestra noble nación y en mayor proporción, desapego y
descaro.
Venezuela, como nación, no escapa de esta realidad y está dirigida
por una nueva clase dominante, que apuesta al caos y busca con ansias un crecimiento masivo de la
descomposición social, no les importa el hambre, sufrimiento ni las condiciones
miserables en las que, con sus decisiones y acciones están hundiendo al pueblo
que esperanzados los llevo al poder, pero así como existen estos transgresores
de las leyes y la moral, también existen los que queremos cambiar y mejorar,
los que no podemos esperar alguna fórmula mágica para lograr los cambios
necesarios, los que quieren, con humildad e hidalguía luchar por conseguirlos y
liberar a las comunidades grandes, medianas y pequeñas de este país, de ese
pequeño grupo dominante que bajo artificios y engaños les fue inoculado a
través de los años, la apatía, la sumisión y la resignación a vivir de las
migajas y las sobras que ellos decidan lanzarles.
En lo personal, me niego
hoy, mañana y siempre a formar parte de un puñado de aves que día a día vuelan
al parque a esperar esas migajas, existe una luz al final del túnel y aunque no
sabemos a ciencia cierta qué tan largo pueda ser el recorrido, si sabemos que
cuando existe determinación, convicción, humildad, voluntad, fuerza y fe, podemos lograr
los resultados y cambios que tanto necesitamos.
¿¿Tú en que grupo te encuentras??
Dios los bendiga
Hoster Ponce
Me parece interesante tu análisis y comparto tu parecer. Me gustaría compartir un mensaje que me mandaron que me hizo reflexionar mucho y ver la realidad que vive nuestro país.
ResponderEliminar"Un profesor de economía de la Universidad Norteamericana Texas Tech, alegó que él nunca había reprobado a uno de sus estudiantes pero que, en una ocasión, tuvo que raspar la clase entera.
Cuenta que esa clase le insistió que el socialismo sí funcionaba, que en éste sistema no existían ni pobres ni ricos, sino una total igualdad.
El profesor les propuso a sus alumnos hacer un Experimento en clase sobre el socialismo. Todas las notas iban a ser promediadas y a todos los estudiantes se les asignaría la misma nota de forma que nadie sería reprobado y nadie sacaría una A.
Después del primer examen, las notas fueron promediadas y todos los estudiantes sacaron B. Los estudiantes que se habían preparado muy bien estaban molestos y los estudiantes que estudiaron poco estaban contentos. Pero, cuando presentaron el segundo examen, los estudiantes que estudiaron poco estudiaron aún menos, y los estudiantes que habían estudiado duro decidieron no trabajar tan duro ya que no iban a lograr obtener una A; y, así, también estudiaron menos. El promedio del segundo examen fue D. Nadie estuvo contento. Pero cuando se llevó a cabo el tercer examen, toda la clase sacó F.
¡Raspados todos!
Las notas nunca mejoraron.
Los estudiantes empezaron a pelearse entre sí, culpándose los unos a los otros por las malas notas hasta llegar a insultos y resentimientos, ya que ninguno estaba dispuesto a estudiar para que se beneficiará otro que no lo hacía.
Para el asombro de toda la clase, ¡todos perdieron el año! y el profesor les preguntó si ahora entendían la razón del gran fracaso del socialismo.
Es sencillo; simplemente se debe a que el ser humano está dispuesto a sacrificarse trabajando muy duro cuando la recompensa es muy atractiva y justifica el esfuerzo; pero cuando el gobierno quita ese incentivo, nadie va a hacer el sacrificio necesario para lograr la excelencia.
Finalmente, el fracaso será general." Oro al Dios Padre de Jesús de Nazareth y Padre nuestro que en su Divina Misericordia pueda derramar una Gracia especial sobre los corazones de los Venezolanos, que podamos ver y luego de ver podamos con unidad y mucha esperanza, reconstruir la hermandad venezolana. Roguemos al Señor.